|
 En la vieja tradición de las películas de pueblo o de comunidades más o menos cerradas, se nos presenta la argentina El abrazo partido de Daniel Burman. En ella, con un curioso juego de relaciones entre los trabajadores de una galería comercial, se nos cuenta el regreso de un padre al núcleo familiar que abandonó hace unos años. O eso nos hace creer la película, ya que el reencuentro no cobra real importancia hasta la última parte de la cinta, fracasando en el resto al intentar mostrar un retablo de personajes con poca miga.
Y por si fuera poco también se nos presenta con la etiqueta de haber ganado el Oso de plata a la mejor película y al mejor actor en el festival de Berlín 2004. Vale, a lo mejor se lo merece... pero que me lo expliquen. Ya no se si es que no entiendo el cine actual, o e que el cine actual no me entiende a mí. No dudo que el personaje principal, interpretado correctamente por Daniel Hendler, sea eso, correcto, pero de eso a darle el premio al mejor actor... así sería la competencia.
 Esa es la palabra concreta para el conjunto de la obra: correcta, nada más. No me salen palabras despectivas ni alabanzas hacia ella. Es simplemente correcta. Pero creo que no pago para ir al cine para ver una película correcta, que me deja igual que estaba. En su defensa puedo decir que me ha acercado mucho y muy bien al ambiente de los judíos europeos en la capital porteña... ¿Y que?
Es, por todo ello, un producto poco exportable que no debería haber salido de las fronteras de su país. Pero, si es así, ¿cómo es que le dan premios en Berlín? No entiendo nada.
Gracias.
|
