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CRÍTICA: "LA PASIÓN DE CRISTO" de Mel Gibson
Mr McGuffin // 1.4.04

Todo un ejercicio de estilo y forma es la base del último trabajo del actor Mel Gibson tras las cámaras. Todo el virtuosismo que se llegó a descubrir en Braveheart se convierte en madurez en una historia difícil de llevar a la gran pantalla. Pero no me refiero en el tema argumental tan trillado del supuesto antisemitismo, sino en conseguir parecer interesante algo ya conocido y que se reduce a los episodios tan vistos de los últimos pasos de Cristo.

Y todo gracias al magistral uso del ritmo que hace gala el director. En ese crescendo que es en realidad el vía crucis, Gibson nos muestra su punto de vista sin que el interés decaiga en ningún momento, cosa francamente difícil de conseguir en las típicas películas que por estas fechas inundan las parrillas televisivas. Cualquiera puede ver un elogio en algo ya demostrado en su anterior film, mientras que La pasión es mucho más cuando supone un paso más allá en la creación de una atmósfera envolvente y una fotografía digna de elogio.

Repito que todo dejando a un lado el tema del punto de vista de Gibson, católico ultraconservador, que bajo mi punto de vista tilda a los judíos de verdaderos asesinos. Incluso los romanos, figuras tan castigadas en los temas bíblicos cinematográficos, parecen más humanos que los propios judíos. Todo visto desde una perspectiva francamente objetiva, es necesario preguntar al director qué es lo que realmente pretendía con esto...

Pero si esta película va a suponer algo más que críticas sobre su punto de vista, es un gran tríptico propagandístico de la religión católica, que no dudo en que hará que la gente acuda en masas en mayor número que otros años a las procesiones de Semana Santa. Y todo con mucho conocimiento de causa. Porque Gibson ha demostrado ser un gran estratega de márketing autoproduciéndose la película, y embolsándose con ello un gran fajo de billetes que podrían haber ido caritativamente a su amada iglesia. 

El exceso de dramatismo (y de sangre) es una prueba de fuego para cualquiera que pase por una crisis existencial, pudiendo revolucionar muchas mentes. En cambio no puedo estar de acuerdo en lo que cierto caballero con alza-cuellos desabrochado me intentó hacer creer tras la proyección. No entro en si Cristo murió por nuestros pecados, pero aquí no se nos muestra tal cosa. Es más, no veo la presencia de ningún Dios en toda la cinta. Movimiento maestro por parte de Gibson, el cual deja patente en toda escena dramática la presencia del mal, en clara alusión a aquella muerte de Bergman, con lo que conlleva una presencia explícita de su antagónica figura del bien.

Felicidades por todo ello, señor Gibson. Por hacerme pensar, por mostrarme el mal como hacía mucho que no veía, por hacerme creer que las cosas se pueden contar de otra forma, por ver la siempre magnífica figura del alto clero derrotada por sus sentimientos a flor de piel tras la proyección, por confirmar a un gran actor como es James Caviezel (que no se destapa mucho, pero yo sigo creyendo en la sonrisa que aquí no muestra), por crear esa atmósfera de irrealidad que nos sirve a los escépticos creernos películas como las de Tim Burton, por no imponer sus creencias... Gracias.

 

 

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