El movimiento alternativo, tan aceptado por la
mediocre juventud actual, tiene un origen y una identidad fuera de las zapatillas Puma,
los vaqueros de campana rotos, las camisetas estrechas y el desorden en la cabeza (tanto
en los pelos como en las ideas que justifiquen tal actitud).
Llamado también underground, independiente o, simplemente, indie (cada término con sus diferentes matices),
surgió a mediados de los ochenta de la mano de la hastiada juventud americana (sí,
americana) nacida en los años 60 con un fuerte sentimiento de inadaptación social. Los
cánones de corrección comenzaban a recuperarse después de Mayo del 68 y su oposición
masiva estaba en declive. Esta generación prefirió apartarse de los demás, de la moda,
de las novedades y aprendió que lo feo podía ser estéticamente bello.
Feísmo, desorden, rebelión y nueva revolución serían pues los ingredientes de toda una
nueva forma de pensar durante la década de los 80. Londres también vivió su momento
alternativo, gracias al movimiento punk de grupos como Sex Pistols,
The Damned, Buzzcocks o The Clash, pero
eso ya es otro tema.
Lo independiente
propiamente dicho nació en Estados Unidos: primero en el cine, cuando el fantástico John
Cassavettes se desmarcó de Hollywood para evitar el control artístico de sus obras;
después en la música, con algunos grupos que decidieron mantenerse al margen de las
grandes discográficas: Pixies, Dinosaur Jr., R.E.M., Sonic Youth, Pavement, Throwing
Muses o Lemonheads. Sus aportaciones al universo musical fueron extraordinarias durante
los años 80: Murmur (1983),
Confusion Is Sex (1983), Bug (1988) o Doolittle (1989), entre otros discos,
supusieron el estallido comercial del rock alternativo que alcanzó sus máximas
cotas con el Nevermind (1991) de
Nirvana.
Aprovechando que
los Pixies han vuelto a juntarse y que podremos comprobar en qué estado en el Festimad de
este año (entre el 28 y el 29 de Mayo; www.festimad.es), preferiría poner en
antecedentes a aquellos indies que van a acercarse al evento con la ignorancia por
bandera. Para empezar, seamos sinceros: ninguno de sus componentes es un virtuoso
de su instrumento ni del micrófono (salvemos si acaso a Joey Santiago a la guitarra
solista). Si una canción es buena es que ha dicho lo esencial en
noventa segundos; el resto es supérfluo, así resume el cantante Frank Black el
concepto pixie de la música. "Seguramente, si nos hubiéramos puesto a
reflexionar demasiado, nuestra música no hubiera tenido el mismo aspecto ni el mismo
impacto," añade Joey Santiago. Quizás es
una forma de justificar una producción poco arreglada, pero también es verdad que estos
músicos tomaban las decisiones sobre sus discos evitando que los productores se
interesaran más en el éxito de ventas que en la calidad artística del resultado final.
La clave de su éxito social y musical (si es que existe): su original sonido:
abruptas y afiladas líneas guitarreras en continuos feedbacks y paradas, letras
ininteligibles y voces ásperas, todo unido para romper con las estructuras clásicas del
pop en un intento por recuperar la música como instrumento de libertad y de expresión,
lejos de las pautas comerciales.
Trasladando el movimiento a España, hay que decir que la estética
underground tuvo su apogeo en los años 80, durante la denominada movida madrileña.
Grupos como Radio Futura, Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides, Hombres G o Los Secretos
reivindicaron un estilo propio alejado del punk londinense que empezaba a oírse con la
llegada de la democracia. Compartían, sin embargo, su rebeldía y las ansias de cambio.
En la actualidad, el movimiento indie tiene una gran repercusión a
nivel nacional. Festivales como el FIB se convierten en focos importantes de músicos y
aficionados a este estilo musical, que abarca desde la electrónica hasta el rock con
raíces más sesenteras de gente como los mallorquines Sexy Sadie o El Diablo en el Ojo,
los gallegos Deluxe y Los Piratas, los madrileños Ellos, los granadinos Los Planetas, los
barceloness Astrid, Carrots y Sidonie, los toledanos Sunday Drivers, los valencianos La
Buena Vida y La Habitación Roja o los asturianos Manta Ray, Nacho Vegas, Jet Lag,
Australian Blonde o Penélope Trip y tantos y tantos otros. Sin embargo, adentrarme en el
universo indie más español me supone más tiempo, más dedicación y quizás otro
artículo. |