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MENTIRAS ARRIESGADAS

Miguel Cuesta Rubio // 01-04-04

Cuando se empiezan los estudios de una carrera de comunicación, más en concreto de Periodismo, lo primero que se aprende es a contrastar la información. Se pone énfasis en el rigor, la imparcialidad, la contextualización y se destaca al rumor como enemigo número uno dentro del mundo de la información y la comunicación. El problema estriba en que muchos profesionales “pasan” directamente de este criterio, este axioma principal y básico dentro de la profesión, y se limitan a escribir para alguien sin tener en cuenta las opiniones de los demás y actuando de siervos ante intereses particulares de un colega, un amigo o simplemente de un desconocido al que le otorgan credibilidad por el simple hecho de la pereza que les supone levantar el teléfono, llamar y comprobar que las cosas son como se las cuentan.
A finales del mes de marzo la “noticia” saltaba a los medios, o mejor dicho al medio. Un periódico de tirada nacional como El Mundo, publicaba en una de sus páginas del suplemento M2, un breve que comentaba algo ocurrido en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). En concreto se decía que había varios profesores de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de dicha universidad que habían denunciado a unos alumnos por chantaje, coacción y amenazas. Algo cierto por ser efectivamente ese el motivo de la denuncia, pero falso rotundamente cuando afirman que estos hechos ocurrieron verdaderamente. El artículo no deja ni siquiera lugar a la duda, directamente acusa a los alumnos y únicamente escucha la versión de una de las partes, es decir, da por hecho que las amenazas fueron reales. Es de destacar que El Mundo fue el único medio que se hizo eco de esta noticia.
Los hechos fueron los siguientes, los alumnos denunciados se dirigieron a uno de sus profesores con malestar por la forma en que éste impartía clase, ya que apenas habían impartido prácticas y sólo habían dado un punto del temario teórico. Los alumnos no consiguieron nada tras la visita al profesor y uno de ellos expresó públicamente, ante sus compañeros, su duda de la profesionalidad del profesor, algo que a éste no le sentó bien y le recriminó dichos comentarios en la misma puerta de su despacho. Al día siguiente ambos alumnos recibieron una llamada de la policía advirtiéndoles de la denuncia que el profesor había efectuado. En dicha denuncia constaba que varios profesores (cuando el afectado es uno), denunciaban el chantaje, coacción, presión y amenazas de dos alumnos de la facultad.
Esta noticia se degeneró aún más cuando un desconocido portal de internet también incluyó la “noticia”. Noticia por llamarle de alguna manera, ya que se trata de un artículo completamente subjetivo y antítesis de lo que en la Facultad se explica como noticia. Sin contrastar, sin documentar, con informaciones falsas...La noticia, titulada “Escándalo en la Facultad de Comunicación Rey Juan Carlos”, vierte algunas afirmaciones que atentan e injurian directamente a la imagen de los alumnos de la Rey Juan Carlos y a la universidad en general. Según esta web, las amenazas son una “práctica que parece que se produce habitualmente y que la dirección del departamento está consintiendo ante el miedo, el temor y silencio de determinados profesores”. Algo que no ha sido confirmado por ninguna personalidad ni profesor de la URJC, más bien todo lo contrario, han negado los hechos taxativamente. Según la misma publicación, la Facultad de Comunicación es una “dictadura estudiantil donde el alumnado campa a sus anchas”. Cualquier persona que de un paseo por el campus de Comunicación de la URJC (Fuenlabrada), o hable con profesores, personal de administración, etc, puede comprobar que esto es algo completamente falso.
Es intolerable que se permitan prácticas de este tipo en los medios de comunicación. Este terrorismo informativo lo único que consigue es dañar la imagen de una universidad y la de sus alumnos que pueden ser tachados de incompetentes, violentos y revolucionarios. Es inadmisible que alguien pueda utilizar un medio de comunicación para beneficio propio, y usarlo como arma arrojadiza contra aquellos que les critican una actitud o no les parece bien como desarrollan su actividad profesional. Aunque algo todavía más vergonzoso, al menos para el colectivo periodístico, es el hecho de que se prostituya la profesión de esta manera, publicando injurias y calumnias con una facilidad que asusta. Medios como este se merecen una credibilidad nula y la repulsa de aquellos que realmente quieren dar a conocer la verdad, dar todos los puntos de vista, desde todos los ángulos y de la mejor manera posible. Eso es informar lo demás...sobra.

 

 

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