Cuando se empiezan los estudios de una carrera de comunicación,
más en concreto de Periodismo, lo primero que se aprende es a contrastar la información.
Se pone énfasis en el rigor, la imparcialidad, la contextualización y se destaca al
rumor como enemigo número uno dentro del mundo de la información y la comunicación. El
problema estriba en que muchos profesionales pasan directamente de este
criterio, este axioma principal y básico dentro de la profesión, y se limitan a escribir
para alguien sin tener en cuenta las opiniones de los demás y actuando de siervos ante
intereses particulares de un colega, un amigo o simplemente de un desconocido al que le
otorgan credibilidad por el simple hecho de la pereza que les supone levantar el
teléfono, llamar y comprobar que las cosas son como se las cuentan.
A finales del mes de marzo la noticia saltaba a los medios, o mejor dicho al
medio. Un periódico de tirada nacional como El Mundo, publicaba en una de sus páginas
del suplemento M2, un breve que comentaba algo ocurrido en la Universidad Rey Juan Carlos
(URJC). En concreto se decía que había varios profesores de la Facultad de Ciencias de
la Comunicación de dicha universidad que habían denunciado a unos alumnos por chantaje,
coacción y amenazas. Algo cierto por ser efectivamente ese el motivo de la denuncia, pero
falso rotundamente cuando afirman que estos hechos ocurrieron verdaderamente. El artículo
no deja ni siquiera lugar a la duda, directamente acusa a los alumnos y únicamente
escucha la versión de una de las partes, es decir, da por hecho que las amenazas fueron
reales. Es de destacar que El Mundo fue el único medio que se hizo eco de esta noticia.
Los hechos fueron los siguientes, los alumnos denunciados se dirigieron a uno de sus
profesores con malestar por la forma en que éste impartía clase, ya que apenas habían
impartido prácticas y sólo habían dado un punto del temario teórico. Los alumnos no
consiguieron nada tras la visita al profesor y uno de ellos expresó públicamente, ante
sus compañeros, su duda de la profesionalidad del profesor, algo que a éste no le sentó
bien y le recriminó dichos comentarios en la misma puerta de su despacho. Al día
siguiente ambos alumnos recibieron una llamada de la policía advirtiéndoles de la
denuncia que el profesor había efectuado. En dicha denuncia constaba que varios
profesores (cuando el afectado es uno), denunciaban el chantaje, coacción, presión y
amenazas de dos alumnos de la facultad.
Esta noticia se degeneró aún más cuando un desconocido portal de internet también
incluyó la noticia. Noticia por llamarle de alguna manera, ya que se trata de
un artículo completamente subjetivo y antítesis de lo que en la Facultad se explica como
noticia. Sin contrastar, sin documentar, con informaciones falsas...La noticia, titulada
Escándalo en la Facultad de Comunicación Rey Juan Carlos, vierte algunas
afirmaciones que atentan e injurian directamente a la imagen de los alumnos de la Rey Juan
Carlos y a la universidad en general. Según esta web, las amenazas son una
práctica que parece que se produce habitualmente y que la dirección del
departamento está consintiendo ante el miedo, el temor y silencio de determinados
profesores. Algo que no ha sido confirmado por ninguna personalidad ni profesor de
la URJC, más bien todo lo contrario, han negado los hechos taxativamente. Según la misma
publicación, la Facultad de Comunicación es una dictadura estudiantil donde el
alumnado campa a sus anchas. Cualquier persona que de un paseo por el campus de
Comunicación de la URJC (Fuenlabrada), o hable con profesores, personal de
administración, etc, puede comprobar que esto es algo completamente falso.
Es intolerable que se permitan prácticas de este tipo en los medios de comunicación.
Este terrorismo informativo lo único que consigue es dañar la imagen de una universidad
y la de sus alumnos que pueden ser tachados de incompetentes, violentos y revolucionarios.
Es inadmisible que alguien pueda utilizar un medio de comunicación para beneficio propio,
y usarlo como arma arrojadiza contra aquellos que les critican una actitud o no les parece
bien como desarrollan su actividad profesional. Aunque algo todavía más vergonzoso, al
menos para el colectivo periodístico, es el hecho de que se prostituya la profesión de
esta manera, publicando injurias y calumnias con una facilidad que asusta. Medios como
este se merecen una credibilidad nula y la repulsa de aquellos que realmente quieren dar a
conocer la verdad, dar todos los puntos de vista, desde todos los ángulos y de la mejor
manera posible. Eso es informar lo demás...sobra.