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Vini, Vidi, Vinci
Ángel Maximus

Se echaba de menos al gordito de oro. Ese brasileño que tiene más de mago que futbolista, que es capaz de demostrar que el Madrid tiene dos caras: la natural y la retocada. La presencia de Ronie en el once titular demuestra cuál usa el equipo blanco en cada momento. El Madrid empezó su partido contra el Sevilla clasificado en segunda posición, con un ambiente de mini-crisis oteando el césped del Bernabéu y apuntando al banquillo de Queiroz , que no parece entender que cuando el patriarca dice “ Zidanes y Pavones” la cantera debe sentirse especialmente querida.

Losantos Omar ordenó el comienzo de un partido que había que ganar sí o sí. Es lo que tiene el equipo galáctico, liebre en la fábula de Samaniego. Corre, vuela, y cuando pierde de vista a su perseguidor se echa una siesta y se duerme en los laureles. Menos mal que siempre está “el nueve” para despertar al equipo y meter un par de goles de más. Y si Becks enamora al balón tanto como a sus fans, si Guti demuestra que hay galaxia blanca cien por cien, el equipo se convierte en un cohete capaz de pasar al lado de Alfaro sin que se percate. Así se adelantaron los blancos con un gol de Solari a los seis minutos, y otro de Ronaldo, este de cabeza, muy poco usual en el astro mundial.
La emoción vino cuando se siguió la máxima impuesta en cada partido que juega el Madrid: “ No hay 90 minutos sin incertidumbre ni una dosis de sufrimiento”. El Sevilla acortó distancias por medio de Baptista, de penalti. No llegó a meter el miedo en el cuerpo de los espectadores pero mil fantasmas pasaron por la cabeza de más de un hincha... el agotamiento físico, el Valencia aun sólo punto, la eliminación de copa.
Pero un partido en el Bernabéu es “molto longo”. A los cinco minutos, Zidane marcó el tercero en un espectacular definición y Míchel el cuarto.

Y entonces, apareció R9, otra vez, despacito, un toque... gol. Veinticuatro ya. El marcador reflejaba un 5-1 que dejaba un buen sabor de boca, que disipaba todas las dudas existentes. Un Real Madrid así es casi imparable. Ahora queda la última pendiente, la más escarpada si cabe, un doblete en el horizonte. Y con Ronaldo. Es factible.




 

 

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