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LA VIOLENCIA MEDIÁTICA
Alberto Rodríguez Arroyo // 20.11.02

Observamos atónitos cómo un chaval de 17 años, entra en una escuela, y cogiendo como rehén a 25 niños, entre ellos su propia hermana, exige un millón de euros para su liberación.

Lo extraño del suceso, es que el contexto se ha variado. Cuando estos acontecimientos suceden mas allá del Atlántico, el rechazo expreso generalizado a la locura y el vandalismo de los “Yanquis” es muy resultón y socialmente bien visto, pero ¡ Ay amigo! Cuando esto sucede aquí, dentro de nuestro país y el chaval que ha tenido en vilo a España entera, podría ser el hijo de cualquier españolito de a pie, la cosa cambia.

Casualmente en el trascurso de esta semana, se han venido desarrollando diversos debates y foros donde se discutía sobre la violencia en la televisión, y si estaba llegando ya a límites preocupantes dentro de la sociedad. Pues aquí tenemos un claro ejemplo: Un chaval, psicológicamente estable, sin problemas económicos que comete esta brutal “ gamberrada de adolescente”. Esto me hace mirar mas allá, ¿Este chico realmente buscaba el dinero?, ¿Buscaba fama? O simplemente seguía el modelo cinematográfico de algún telefilme barato americano.

Exactamente igual que cuando vemos un héroe de película salvando de un atentado a 25 niños en una escuela y deteniendo  al “villano”, nos queremos parecer y nos identificamos con mito en cuestión, pues una persona que pasa una mala situación personal, metido en una crisis profunda, puede coger el otro lado del mito, al antihéroe e intentar triunfar con el acto que el villano cinematográfico no consiguió.

La fama, ya sea positiva o negativa, es un poder en si misma. Con la corriente de popularidad fácil que nos arrastra hoy en día y con la legitimidad y casi idolatría que algunos medios les dan a los famosos de medio pelo, es comprensible que mucha gente intente conseguir esta fama, y una manera de conseguirla es copiando modelos de conducta, ya sea positivos, pero también negativos de las gente que aparece en los medios, espejo público.

Aquí, como periodista que me siento y como estudiante de ello que soy, me acecha una duda que sinceramente me corroe. Y es la concepción de la noticia como algo trágico en si mismo, me explico, se nos ha dicho y, analizando un poco los informativos tiene razón, que para que algo en los medios actuales sea noticia, realmente un suceso de calado público, tiene que ser un acontecimiento negativo y de gran impacto. Es cierto que también hay reflejos de optimismo en los diarios, pero los menos y siempre como atenuante de sucesos trágicos.¿ Esto es coherente?, ¿ La negatividad y las conductas desviadas no son retroalimentadas, osea copiadas y repetidas a lo largo de los tiempos?

La fama fácil, el reconocimiento personal a alguien que ha sido capaz de hacer algo ( aunque sea una hecho atroz), está fomentado, queramos verlo o no, por la gran cobertura, el gran seguimiento y el gran trozo de actualidad que le ofrecen los medios de comunicación, ya sea real o ficticio al malhechor, convirtiéndolo en un “anti-mito”, osea la cara mala del héroe y es sabido que la cara mala da morbo.

Aplicando lo anteriormente dicho casos prácticos, se me ocurren muchísimos casos, por ejemplo, cuántas veces hemos visto en el cine un ataque terrorista en un avión,   ¿ Nos suena algún acontecimiento semejante en la vida real?, Cuántos asesinos adolescentes han entrado en una escuela y han alcanzado mucha fama en EEUU hemos visto últimamente, ¿ qué ha sucedido en Hospitalet?.

Y ya saltando del mundo cinematográfico al real, me gustaría dejar una pregunta al lector para que recapacite: ¿ Si no se diera tanta cobertura informativa a los atentados de ETA, se seguirían produciendo con tanta frecuencia?

En fin, creo que la violencia en los medios, ya sea en una película o en los informativos genera más violencia, pero esta es una parte sustancial del individuo que no podemos obviar porque es una parte más de la realidad. En fin, no es ni la primera ni la última cuestión en la que el mundo del periodismo me ha hecho dudar y sólo espero haber conseguido que cuando veáis una noticia macabra o una película violenta, vosotros también os planteéis  si es correcto o no.

 

 

Para contactar con la APU, escribe a: apuurjc@yahoo.es

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